miércoles, 5 de enero de 2011

Que los pájaros siguen habitando cabezas

Bueno, no pasa nada... vaya, y nunca mejor dicho, porque no nos va a pasar nada de nada de todas las nadas el miércoles ese que teníamos reservado para llamar al cielo. Ni tú estarás en la estación ni yo deambularé por la boca de metro esperando que aparezcas para convertir la mía en algo distinto a lo que ya era. Así que tú estarás en tu sitio y yo me haré vagabunda en el jardín de los imposibles, como bien dice Quique, ya sabes, donde van los que quieren milagros que aun siendo pasajeros, pueden convertir un atardecer en un montón de semillas revoloteando el firmamento. Pues no, no habrá estrellitas, ni besitos, ni abrazos con sabor a tren de cercanías. Me llevo a la soledad, que de pequeña ya viajaba en el maletero, pero que casi la siento al lado, que me cante aquello de tú y yo nos comeremos el mundo en la merienda de las seis. Otra vez será, me susurra la voz, ni lo sueñes, me grita el eco. Una diana estropeada, un objetivo indispuesto, una escena que antes de comenzar ya tiene lo de 'corten' deletreando el primer asalto.
Bien, bueno, total... no es nada nuevo. Ya ves, el sol va a seguir saliendo mañana por el este, a pesar de que tú y yo hubiéramos creído que nos lo llevaríamos a esa ciudad del centro.

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